UN VIAJE A LA CIENCIA AQUÍ CERCA: DONOSTIA Y PASAJES
HURBIL DITUGUN ZIENTZIAGUNEAK EZAGUTZERA: DONOSTIA ETA PASAIA.
Azken ostiralean, hilaren 15ean, 54 LAKARRAkide Donostia eta Pasaiara joan
ginen. EUREKA Zientzia Museoa eta ALBAOLA Euskal Itsas Faktoria izan ziren gure
helburuak.
EUREKA Museoa, dibulgazio instalazioa dugu, goi mailako muntaiaren bidez
garatzen dena.
ALBEOLA, Euskal Itsas Faktoria, erriberako ontziola da. Egun XVI. mendeko
euskal baleontzi baten artesau-eraikuntza lanetan ari da. Baleontzi hau
Kanadako kostaldearen hurbil urperatu zen, garai hartan argiztapenerako
hain garrantzitsua zen bale koipe garestiko kargamentu osoarekin.
Guztion gusturakoak izan ziren bi bisitaldi hauen ondoren Zientza Museoko
jatetxera abiatu ginen, ordurako genuen gosea betetzeko asmotan.
Bazkalondoan gutariko batzu berriro Museora, gainerakoak solasean aritu ziren
bitartean.
Iruñera itzultzeko orduan kriston zaparradak harrapatu ginduen, ikusmena
ostopatzen zuena, baina gure autobuseko gidariaren trebeziak ezustekorik
gabe helmugara ekarri ginduen.
El
viernes 15 de diciembre de 2017 fuimos 54 soci@s y amig@s de LACARRA a San
Sebastián y Pasajes. Se trataba de ver el EUREKA ZIENTZIA MUSEOA, Museo de la
Ciencia, y la fundación ALBAOLA, la Factoría Marítima Vasca respectivamente.
A
las once de la mañana estábamos en las puertas del Museo de la Ciencia, eso sí,
tras buen almuerzo, porque el cerebro necesita energía para procesar. EUREKA
MUSEOA es una instalación para la divulgación de la ciencia a través de un
montaje divulgativo excelente. Salas interactivas sobre los sentidos, las leyes
de la física, la electricidad, los astros y multitud de aparatos con sencillas
explicaciones de principios físicos, ambientes naturales y otros muchos
aspectos para satisfacer la curiosidad y aprender divirtiéndote. En dos grupos
con sus respectivas guías vimos parte de la exposición. La sala de plastinación
impresiona. Mediante esta técnica se mantienen cadáveres humanos, animales y
partes de los mismos. Un cerebro pasea de mano en mano entre l@s visitantes con
absoluta naturalidad. El que esto escribe evita el contacto pensando, los
sesos, de cordero y rebozados. Hay que destacar una sección de diferentes
especies animales de nombre obvio, ANIMALIA. Hay una gran pecera donde se
explica muy bien la barrera de coral, con sus peces multicolores, la función
del coral como protector de especies, de la costa frente al oleaje marino y de
la importancia de su cuidado por el valor ecológico que tiene. Su gran amenaza
es la subida de la temperatura del agua de mar por el efecto invernadero, baste
anotar que en los últimos cinco años han desaparecido 600 de los 1000
kilómetros de la barrera de coral australiana. En otras peceras o habitáculos
acristalados se encuentran anfibios, insectos y otras especies animales muy
extrañas que llaman la atención por su originalidad. Había un montón de
colegios realizando la visita pero sólo nuestro autobús llevaba más años que
tod@s l@s allí presentes.
Tomamos
el autobús y nos fuimos a Trintxerpe donde dos barquitos nos llevaan a ALBEOLA
más cerca de la bocana del puerto. Hay mala mar, ni entran ni salen barcos
porque las olas tienen en el exterior entre cuatro y cinco metros, impresionan
al chocar contra las rocas vistas a distancia. Sin embargo el pasaje se porta
como auténtica gente de mar, bueno, dejémoslo en grumetes nóveles ante el meneo
que tiene el barco al atracar en el muelle del astillero.
ALBEOLA,
la Fundación Marítima Vasca es eso, un astillero de ribera, como dice Anttón,
donde se hacen barcos de madera. Éste de Pasajes está centrado sobre todo en la
construcción de un ballenero vasco del siglo XVI que se hundió en costas de
Canadá con todo su cargamento de carísimo aceite de ballena, fundamental para
la iluminación en ese tiempo.
La
documentación judicial del litigio entre armadoras y personal laboral permitió
situar el pecio (restos de una cualquier embarcación hundida), en 1998 se
localizó a 10 m. de profundidad en aguas a 2ºC. Se midieron las piezas, se fotografiaron
y documentaron de forma que con el auspicio de la UNESCO y financiación
pública y privada en el año 2014 comenzó la construcción de una revivida Nao
San Juan.
Se
puede ver en directo el trabajo que se realiza con las técnicas y materiales de
su tiempo, todo ello albergado en un Museo magníficamente ilustrado. Las dos
guías que acompañan a ambos grupos de 27 “lacarras” explican, atienden y
responden a esta curiosa cuadrilla de personas curiosas. Para que os hagáis una
idea de lo que allí se construye y la importancia que tuvo en su momento os doy
unos datos. Pasajes en el s. XVI era el más importante puerto de Europa, más
que Bilbao, je, je. El ballenero tenía 28 m. de eslora (longitud), 14 m. de
manga (altura desde quilla, abajo, hasta cubierta), 7 m. de eslora (anchura
máxima). Las puntas del velamen estaban a 30 m. de la quilla (fondo y columna
vertebral del barco)
Tardaba
dos meses en arribar a la pesquería, en realidad era una cacería ya que las
ballenas son mamíferos, durante seis meses capturaban de una a dos ballenas
semanales mediante las chalupas a remo que las arponeaban y transportaban a los
hornos de la costa donde los tejidos grasos se fundían para obtener el aceite.
Se procesaban sus barbas (dientes), llamados ballenas, carne, huesos, esperma,
etc., todo, dicen que era el cerdo del mar.
Iban
cargando los barriles de aceite en el barco que no se movía de Red Bay, la
bahía roja por estar llena de trozos de teja y ladrillos que transportaban a la
ida como lastre. Estos eran desechados al arruinarse en invierno los hornos,
atalayas de observación de ballenas y demás construcciones que se rehabilitaban
cada primavera a la llegada de los balleneros.
En
la nao San Juan se hundieron 200 toneladas de aceite que representarían un
valor de mercado actual de más de 2 millones de euros. Embarcaban 60 hombres
como tripulación de remeros, arponeros, herreros, carpinteros y obreros de
despiece, elaboración y demás tareas.
Sirva
esta información para apreciar el valor histórico y cultural de esta
iniciativa.
Realizadas
las dos visitas con gran satisfacción del personal, retornamos al restaurante
del Museo de la Ciencia entre crujir de tripas hambrientas. Un menú dignísimo,
variado, apetitoso y muy bien servido detiene los crujidos. Al finalizar los
postres un@s vuelven a entrar al Museo, otr@s, con ganas de ciencia quedan en
sobremesa. Una tormenta de granizo entre truenos y relámpagos nos despide al
autobús entre albas cunetas (¡A qué nivel estamos llegando en el grupo de
lectura Javier Zubiri!).
El
viaje hasta Iruña se realiza en medio de una persistente lluvia que dificulta
la visión pero no impide que la profesionalidad de nuestro chófer nos traiga
sin ningún contratiempo.
Marcos Leyún