jueves, 28 de diciembre de 2017

Viaje Donosti Pasaia Bidaia





UN VIAJE A LA CIENCIA AQUÍ CERCA: DONOSTIA Y PASAJES

HURBIL DITUGUN ZIENTZIAGUNEAK EZAGUTZERA: DONOSTIA ETA PASAIA.

Azken ostiralean, hilaren 15ean, 54 LAKARRAkide Donostia eta Pasaiara joan ginen. EUREKA Zientzia Museoa eta ALBAOLA Euskal Itsas Faktoria izan ziren gure helburuak.
EUREKA Museoa, dibulgazio instalazioa dugu, goi mailako muntaiaren bidez garatzen dena.
ALBEOLA, Euskal Itsas Faktoria, erriberako ontziola da. Egun XVI. mendeko euskal baleontzi baten artesau-eraikuntza lanetan ari da. Baleontzi hau Kanadako kostaldearen hurbil  urperatu zen, garai hartan argiztapenerako hain garrantzitsua zen bale koipe garestiko kargamentu osoarekin.
Guztion gusturakoak izan ziren bi bisitaldi hauen ondoren Zientza Museoko jatetxera abiatu ginen, ordurako genuen gosea betetzeko asmotan.  Bazkalondoan gutariko batzu berriro Museora, gainerakoak solasean aritu ziren bitartean.
Iruñera itzultzeko orduan kriston zaparradak harrapatu ginduen, ikusmena ostopatzen zuena, baina  gure autobuseko gidariaren trebeziak ezustekorik gabe helmugara ekarri ginduen.

El viernes 15 de diciembre de 2017 fuimos 54 soci@s y amig@s de LACARRA a San Sebastián y Pasajes. Se trataba de ver el EUREKA ZIENTZIA MUSEOA, Museo de la Ciencia, y la fundación ALBAOLA, la Factoría Marítima Vasca respectivamente.
A las once de la mañana estábamos en las puertas del Museo de la Ciencia, eso sí, tras buen almuerzo, porque el cerebro necesita energía para procesar. EUREKA MUSEOA es una instalación para la divulgación de la ciencia a través de un montaje divulgativo excelente. Salas interactivas sobre los sentidos, las leyes de la física, la electricidad, los astros y multitud de aparatos con sencillas explicaciones de principios físicos, ambientes naturales y otros muchos aspectos para satisfacer la curiosidad y aprender divirtiéndote. En dos grupos con sus respectivas guías vimos parte de la exposición. La sala de plastinación impresiona. Mediante esta técnica se mantienen cadáveres humanos, animales y partes de los mismos. Un cerebro pasea de mano en mano entre l@s visitantes con absoluta naturalidad. El que esto escribe evita el contacto pensando, los sesos, de cordero y rebozados. Hay que destacar una sección de diferentes especies animales de nombre obvio, ANIMALIA. Hay una gran pecera donde se explica muy bien la barrera de coral, con sus peces multicolores, la función del coral como protector de especies, de la costa frente al oleaje marino y de la importancia de su cuidado por el valor ecológico que tiene. Su gran amenaza es la subida de la temperatura del agua de mar por el efecto invernadero, baste anotar que en los últimos cinco años han desaparecido 600 de los 1000 kilómetros de la barrera de coral australiana. En otras peceras o habitáculos acristalados se encuentran anfibios, insectos y otras especies animales muy extrañas que llaman la atención por su originalidad. Había un montón de colegios realizando la visita pero sólo nuestro autobús llevaba más años que tod@s l@s allí presentes.
Tomamos el autobús y nos fuimos a Trintxerpe donde dos barquitos nos llevaan a ALBEOLA más cerca de la bocana del puerto. Hay mala mar, ni entran ni salen barcos porque las olas tienen en el exterior entre cuatro y cinco metros, impresionan al chocar contra las rocas vistas a distancia. Sin embargo el pasaje se porta como auténtica gente de mar, bueno, dejémoslo en grumetes nóveles ante el meneo que tiene el barco al atracar en el muelle del astillero.
ALBEOLA, la Fundación Marítima Vasca es eso, un astillero de ribera, como dice Anttón, donde se hacen barcos de madera. Éste de Pasajes está centrado sobre todo en la construcción de un ballenero vasco del siglo XVI que se hundió en costas de Canadá con todo su cargamento de carísimo aceite de ballena, fundamental para la iluminación en ese tiempo.
La documentación judicial del litigio entre armadoras y personal laboral permitió situar el pecio (restos de una cualquier embarcación hundida), en 1998 se localizó a 10 m. de profundidad en aguas a 2ºC. Se midieron las piezas, se fotografiaron y documentaron de forma que con el auspicio de la UNESCO  y financiación pública y privada en el año 2014 comenzó la construcción de una revivida Nao San Juan.
Se puede ver en directo el trabajo que se realiza con las técnicas y materiales de su tiempo, todo ello albergado en un Museo magníficamente ilustrado. Las dos guías que acompañan a ambos grupos de 27 “lacarras” explican, atienden y responden a esta curiosa cuadrilla de personas curiosas. Para que os hagáis una idea de lo que allí se construye y la importancia que tuvo en su momento os doy unos datos. Pasajes en el s. XVI era el más importante puerto de Europa, más que Bilbao, je, je. El ballenero tenía 28 m. de eslora (longitud), 14 m. de manga (altura desde quilla, abajo, hasta cubierta), 7 m. de eslora (anchura máxima). Las puntas del velamen estaban a 30 m. de la quilla (fondo y columna vertebral del barco)
Tardaba dos meses en arribar a la pesquería, en realidad era una cacería ya que las ballenas son mamíferos, durante seis meses capturaban de una a dos ballenas semanales mediante las chalupas a remo que las arponeaban y transportaban a los hornos de la costa donde los tejidos grasos se fundían para obtener el aceite. Se procesaban sus barbas (dientes), llamados ballenas, carne, huesos, esperma, etc., todo, dicen que era el cerdo del mar.
Iban cargando los barriles de aceite en el barco que no se movía de Red Bay, la bahía roja por estar llena de trozos de teja y ladrillos que transportaban a la ida como lastre. Estos eran desechados al arruinarse en invierno los hornos, atalayas de observación de ballenas y demás construcciones que se rehabilitaban cada primavera a la llegada de los balleneros.
En la nao San Juan se hundieron 200 toneladas de aceite que representarían un valor de mercado actual de más de 2 millones de euros. Embarcaban 60 hombres como tripulación de remeros, arponeros, herreros, carpinteros y obreros de despiece, elaboración y demás tareas.
Sirva esta información para apreciar el valor histórico y cultural de esta iniciativa.
Realizadas las dos visitas con gran satisfacción del personal, retornamos al restaurante del Museo de la Ciencia entre crujir de tripas hambrientas. Un menú dignísimo, variado, apetitoso y muy bien servido detiene los crujidos. Al finalizar los postres un@s vuelven a entrar al Museo, otr@s, con ganas de ciencia quedan en sobremesa. Una tormenta de granizo entre truenos y relámpagos nos despide al autobús entre albas cunetas (¡A qué nivel estamos llegando en el grupo de lectura Javier Zubiri!).
El viaje hasta Iruña se realiza en medio de una persistente lluvia que dificulta la visión pero no impide que la profesionalidad de nuestro chófer nos traiga sin ningún contratiempo.
Marcos Leyún