9 de Marzo de 2018
Egunon denorik.
Buenos días a
todas y todos.
Para los que no
lo recordáis, Fermín Alvira, aquí presente, es la persona que nos hizo ver a
muchos de nosotros por primera vez Arte Contemporáneo.
Él le llamó
cambiarnos las gafas y nos explicó lo que veíamos en el Museo Wurth de Briones
en la Rioja.
Hoy Fermín nos
quiere enseñar su obra. Le ha llamado a
su exposición FLUIDEZ. Fluidez es libertad.
A nosotros socios
de LACARRA es, tal vez, la palabra que más nos gusta.
Dice en la
presentación de su catálogo:
“Pinto para
encontrar la libertad de mis emociones”
“Cuando pinto
solo siento libertad y amor”
Se ha liberado de
materiales que considera le dificultaban expresarse con libertad y amor. Ahora
utiliza óleo al agua, acrílico, tinta y acuarela. Da igual.
Esos medios le
permiten jugar con el azar, dejar que la obra se desarrolle sola. Eso le da la
libertad.
Lo que se
mantiene, antes y ahora, es el amor que se le escapa por todos los pelos de sus
pinceles.
Gracias Fermín.
Aquí venimos los mayores de Lacarra, los orgullosos viejos con las gafas nuevas
que un día nos prestaste.
Venimos a recibir
el amor y la libertad de tus pinceles para devolvértelos en este aplauso de
saludo.
Hoy viernes 9 de marzo Fermín Alvira nos ha enseñado su exposición
de la Ciudadela a unos 25 socios de Lacarra.
Se titula FLUIDEZ y tal como nos ha explicado, la relaciona con la
libertad en la expresión sobre todo del amor. Su pintura refleja el amor que,
si antes se centraba en su familia, en su “motivo” como le ha llamado a Ana, su
mujer, en sus hijos y sus amigos, ahora se ha extendido al paisaje.
Por primera vez la mitad de su exposición es paisajística. Como él
dice, pintarlo es siempre reducir lo inmenso a las medidas del soporte sobre el
que pinta, tiene cuadritos de 15 por 15 cm. pasando por diferentes
tamaños hasta el alargado de 1,95 m. que no llega a llenar la pared frontal,
dice Fermín que el tamaño de la sala se lo ha comido.
Una socia de Lacarra le ha preguntado porqué pintaba siempre
tormentas y él le ha contestado que también había días claros pero reconocía
que eran vistas invernales.
A mí, humildemente me parece que así como a Sorolla se le rebosaba
la luz en sus pinturas a un pintor navarro se lo pueden comer los nublados.
Incluso los días claros me parecían más de amanecida o atardecer que mediodía.
En la nave derecha del Pabellón de Mixtos estaban los retratos,
magníficos. Aquí a Fermín se le sobra el amor que llega al máximo en el enorme retrato
de perfil de la cabeza de Ana, su mujer, tan bello como corresponde a la
modelo.
Juega con los tamaños y soportes, papel, lienzo y madera, maneja
el negro con maestría y reserva el color casi en exclusiva para los retratos de
sus hijos.
Preciosa la anécdota de su admirado Antonio López sobre la defensa
del negro y la necesidad del color en los niños.
Esconde el autorretrato al último rincón de la sala y se pinta con
un rojo guante de boxeo que sorprende a otra espectadora de Lacarra, es un
golpe de atención a los que miran, parece que en su discreción Fermín prefiere
que no le miren a la cara.
¡Quiérete más! Salvando las distancias, Picasso y Frida Kahlo se
autorretrataron multitud de veces.
Gracias Fermín por enseñarnos lo que no sabíamos que tenemos, la
proporción aurea, el equilibrio entre la edad y las ganas de aprender y sentir.
MARCOS LEYÚN