Marisol
Callejo, historiadora y socia de LACARRA, nos ha dado un ameno e instructivo
paseo por el Casco Viejo de Iruña. A las once de la mañana 37 asociados nos
hemos reunido a la puerta del Hotel Pompaelo, en la Plaza del Ayuntamiento. No
puede haber un lugar más adecuado, una visita a la ciudad antigua que comienza
con el nombre con que nos bautizaron los césares romanos.
Hemos
escuchado a Marisol desde el principio, es decir desde que los hombres de la
Edad de Piedra empezaron a ser PTVs, de Pamplona de Toda la Vida.
Después,
hacia mil años antes de nacer Cristo, ya estaban aquí, en “la ciudad” que es lo
que significa Iruña, los primeros vascones. Y aquí seguimos. Para romanizar su
nombre llegó a Iruña Cneo Pompaelo Magno 75 años A.C.
Continúa
Marisol pero en la plaza aumenta el ruido con el paso de jóvenes haciendo que
nuestros oídos, duros como la piedra, empiecen a tener dificultades de escucha.
Como el
poblamiento de la ciudad comenzó por arriba, en la colina donde está la
Catedral actual, allá que nos vamos buscando más silencio. Por cierto ese lugar
no es el más alto de Iruña sino el señalizado con una tachuela metálica en el
centro de la bifurcación junto a la Cámara de Comptos.
Cuando
los bárbaros echaron a los romanos a nosotros nos tocaron los visigodos en el
siglo cuarto. Más tarde los musulmanes convivieron con nuestros reyes navarros
con los que hasta emparentaron. García Ximénez rompió con ellos para colaborar
en la Reconquista.
El
señor obispo era el dueño de la Navarrería, no hay constancia de si la “inmatriculó”.
Antes del 1.100 se creó por parte de los francos venidos del Midi, sur francés,
el burgo de San Cernin, San Saturnino, hablaban occitano. Dependían del prelado
pero tenían la protección del Rey y mayor autonomía que los “navarreros”.
Más
tarde surgió un nuevo barrio, la Población de San Nicolás, poblada por francos
y sobretodo navarros que escapaban de la presión del obispo. Iruña ya no era
una sino tres, porque Podemos.
Prosigue
nuestra guía con el relato histórico. Cuando llega al momento en que los
navarros de los burgos comienzan a matarse, las doce campanadas de la Catedral
horrorizada dulcifican las hazañas bélicas de nuestros antepasados.
Recorremos
Navarrería, Mercaderes, enfilamos por San Saturnino la calle Mayor con parada
para ver las “canicas” con que se bombardeaban nuestros antepasados en la
belena de Portalapea.
Torcemos
por la izquierda en la calle Campana para ver uno de los pocos edificios
civiles góticos en España, la Cámara de Comptos. Cuando llegamos a la calle
Eslava aceleramos siguiendo el aroma de txistorra que nos espera en Los
Irushemes. Los socios de LACARRA somos tan ávidos de cultura como poco
temerosos al colesterol.
Gracias
Marisol por alimentar nuestras mentes y a ti, Txatxo por suministrarles la
energía del vino, la longaniza y la tortilla de patatas. Porque no solo de pan
vive el hombre…
MARCOS LEYÚN
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Gracias - Eskerrik asko